A primera vista parece la escena de una película B americana, pero observándola bien es la instantánea de una tarde como cualquier otra. No al otro lado del océano, sino en Marigliano. Un furgón cargado de lácteos lleva el motor a miles de revoluciones, corre a lo largo de las calles de la provincia nororiental de Nápoles. Abriéndole camino va un utilitario blanco, también a alta velocidad.
Huyen de los carabineros, los de la estación local. El furgón está robado y el auto ya está incautado. Dos patrullas los siguen de cerca porque poco antes el conductor del vehículo comercial se encontró teniendo que volver a pie a la empresa. No tuvo tiempo de descargar todo el contenido del compartimento de carga que alguien forzó la cerradura y huyó. Mozzarellas y quesos incluidos. La fuga duró varios kilómetros, hasta la calle 11 de septiembre.
Los militares, gracias a la colaboración de otras patrullas desplegadas en el territorio, bloquearon el camino a los dos vehículos y arrestaron a los fugitivos. En esposas Armando y Simone Vinciguerra y Enrico Lentini. Todos de Nápoles y ya conocidos por las fuerzas del orden: los primeros dos de San Giovanni a Teduccio, el otro del barrio Vasto. Deberán responder por complicidad en robo agravado. Ahora están en celdas de seguridad, esperando el juicio inmediato.