Las voces son de los vecinos, no vienen de lejos. La estación de carabineros de Pianura, barrio occidental de Nápoles, está en la planta baja de un edificio en Via Galdieri. Y desde un apartamento cercano, gritos desgarradores, insultos y amenazas. Luego una puerta se cierra con fuerza y el tintineo inconfundible de un manojo de llaves. Es noche, las tiendas están cerradas. Hay pocas autos alrededor y los militares escuchan todo claramente.
Llegan a la vivienda siguiendo los pedidos de ayuda gritados desde la ventana. Una mujer está atrapada en el interior: el marido -dice- la ha herido y luego encerrado en casa. Gracias a la intervención inmediata de los bomberos, los carabineros rompen la puerta y socorren a la víctima. En el brazo, una herida profunda, causada por una puñalada infligida durante la discusión. La mujer cuenta todo, sobre las violencias y las vexaciones sufridas cada día desde hace tiempo, incluso delante de los ojos de sus hijos menores de edad.
Los militares inician la búsqueda y localizan al marido después de unos minutos, aún en la calle. Termina esposado, arrestado en diferido por maltratos en la familia. Ahora está en prisión, a la espera de juicio. Para la mujer, lesiones consideradas curables en 20 días.