Submarinos y Diplomacia: La Encrucijada de Trump

Il metodo Trump e la minaccia nucleare
Il metodo Trump e la minaccia nucleare
sabato 2 agosto 2025, 23:30
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El despliegue de submarinos armados con misiles nucleares por parte de los Estados Unidos sacude el debate internacional y plantea preguntas importantes sobre cómo interpretar el aumento de tono de Donald Trump hacia Rusia. ¿Es el método habitual basado en provocaciones y amenazas, destinado a obtener un acuerdo diplomático? ¿O estamos entrando en una nueva fase de tensión, con resultados impredecibles? La ausencia de nuevas guerras durante el primer mandato de Trump fue un motivo de orgullo para muchos de sus partidarios. El tema se ha relanzado a menudo durante la campaña electoral de 2024, acompañado de la acusación a los demócratas de arrastrar al mundo hacia un conflicto global, especialmente debido a su intransigencia hacia la Rusia de Vladimir Putin. Nunca fue realista la promesa de poner fin "inmediatamente" a la guerra en Ucrania, pero se podía esperar legítimamente algún progreso en el frente diplomático. Sin resultados tangibles, sin embargo, y con un oponente que reitera objetivos considerados inaceptables por parte de Occidente, Trump cambió de rumbo. No solo autorizó el envío de nuevas armas, como lo solicitaron los aliados europeos, sino que también relanzó con la habitual amenaza de aranceles, no solo contra Rusia sino también contra otros países que compran energía a Moscú. El presidente parece convencido de que los éxitos obtenidos en las negociaciones económicas, por ejemplo, con la Unión Europea, demuestran la eficacia de su método. Sin embargo, en el plano estratégico y militar, las cosas se vuelven mucho más complejas. En 2018, Trump retiró a los Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán y lanzó una campaña de "máxima presión", restableciendo las antiguas sanciones e introduciendo nuevas. El objetivo era obligar a Teherán a firmar un nuevo acuerdo bajo las condiciones dictadas por Washington. De regreso a la Casa Blanca este año, Trump relanzó inmediatamente, amenazando con bombardeos a gran escala en ausencia de un acuerdo. El resultado fue el inicio de un nuevo conflicto, deseado en particular por el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, quien entendió bien el rincón en el que Trump se había metido. Ahora se pasa al nivel de las grandes potencias. Debería ser obvio para todos que Rusia no es Irán, y que el riesgo es infinitamente mayor. Es cierto que el ex presidente ruso Dmitri Medvédev lanza provocaciones continuamente, pero su poder real es limitado. Anunciar el despliegue dirigido de armas nucleares solo puede empeorar el clima de tensión, especialmente en un momento en que el riesgo de incidentes y enfrentamientos, por ejemplo, en la zona del Mar Báltico, ya es elevado. En 1962, durante la crisis de los misiles de Cuba, el presidente John F. Kennedy tomó una decisión sabia: ante el riesgo de un enfrentamiento militar directo con la Unión Soviética, prefirió dar crédito a las señales de apertura diplomática que llegaban tras bambalinas desde Moscú, en lugar de las declaraciones públicas más agresivas del Kremlin. Así se alcanzó un acuerdo, para la fortuna de todos nosotros. Hoy Donald Trump parece seguir un camino diferente, convencido de que los demás no pueden hacer otra cosa que ceder ante sus demostraciones de fuerza. Cuando se trata de un conflicto entre potencias nucleares, más que mostrar músculo, es necesario mantener la calma y trabajar por una nueva fase de diálogo. Las provocaciones deben evitarse, por ambas partes.
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